La introducción más informativa a Alcohólicos Anónimos y la manera más valiosa de hacer funcionar su programa, se encuentran en el mismo lugar: las reuniones de A.A. Estas reuniones, que se efectúan regularmente en pueblos de todas partes del mundo (actualmente, en más de 150 países), se clasifican en tres categorías: abiertas, cerradas, para principiantes.
Cualquier persona, tanto alcohólica como no alcohólica, puede asistir a una reunión abierta; puedes llevar contigo a un pariente o un amigo, aun cuando tu compañero no tenga problemas con la bebida. Al mirar a tu alrededor en una reunión de A.A., no podrás distinguir, sólo por apariencias, a los alcohólicos de los no alcohólicos.
Asistir a una reunión de A.A. no supone ningún compromiso. Siéntate tranquilamente y escucha a los miembros de A.A. contar sus historias personales y explicar cómo el programa de A.A. de recuperación ha cambiado sus vidas. Estarás mejor preparada para aprovecharla al máximo, si llegas a ella en la condición más sobria que puedas, con una mente abierta y lista para considerar ideas que pueden ser nuevas; y si estás dispuesta a aprender más de ti misma a través de tu identificación con los demás. Las reuniones de A.A. nunca son meras conferencias o ermones; siempre son oportunidades para compartir.
Mientras que todo aquel que lo desee puede asistir a una reunión abierta, la asistencia a las reuniones cerradas está limitada a los que saben que son alcohólicos o creen que pueden serlo. En las discusiones informales que forman la mayor parte de estas últimas, los participantes consideran los medios para lograr y mantener una feliz sobriedad, así como para enfrentarse tanto a las situaciones cotidianas como a las crisis ocasionales, sin el alcohol.
En las reuniones de principiantes, las discusiones se centran en la tarea primordial cómo mantenerse alejado del primer trago, un día a la vez. Oirás sugerencias prácticas y útiles hechas por personas que han estado donde tú estás ahora y que, desde entonces, llevan muchos días sobrias. La experiencia compartida de los miembros sobrios de A.A. constituye la cuerda de salvamento hacia la sobriedad. Sin importar cuánto tiempo haya pasado desde que un A.A. tomó su último trago, él o ella siempre dicen: “Soy alcohólico.” Los A.A. reconocen el hecho de que padecen una enfermedad crónica y agradecen la ayuda que la Comunidad les presta en el proceso continuo de su propia recuperación.